martes, 15 de febrero de 2011

EL QUE NO RECONOCE TAMPOCO SERÁ RECONOCIDO

Es notable cómo la mezquindad echa raices en nuestra vida.

Por ejemplo, Pablo resalta el don del profetismo, y de dónde proviene:


PRIMERA CARTA DE PABLO A LOS CORINTIOS, CAP 14,
36 ¿Acaso la palabra de Dios partió de ustedes, o ha llegado tal vez sólo a ustedes? Referencias versículo 3737 Los que entre ustedes son considerados profetas o personas espirituales reconocerán que lo que les escribo es mandato del Señor. 38 Y si alguien no lo reconoce, tampoco él será reconocido. 39 Por lo tanto, hermanos, aspiren al don de la profecía y no impidan que se hable en lenguas, 40 pero que todo se haga en forma digna y ordenada.

Pero, el Catecismo ha puesto sus reglas:

 Catecismo de la Iglesia Católica, capítulo Revelación de Dios
67 A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o "completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.
 También continúa, Catecismo, que 'Dios ha revelado todo en su Verbo' y que ya 'no habrá otra revelación


Y bajo este argumento se ha echado escombros a miles de profetas del Señor, que han querido poner de resalto que Dios sigue revelándose a los hombres y mujeres de hoy, y mal que les pese que son verdaderas, elevan al ser humano a su máxima expresión, o sea a Dios.


Como siempre, Silvio me sirve de contrapunto actual:




YO DIGO QUE LAS ESTRELLAS
ÁLBUM TE DOY UNA CANCIÓN
SILVIO RODRIGUEZ

Yo digo que las estrellas
le dan gracias a la noche,
porque encima de otro coche
no pueden lucir tan bellas;

y digo que es culpa de ella
—de la noche— el universo,
cual son culpables los versos
de que haya noches y estrellas.

Yo digo que no hay quien crezca
más allá de lo que vale
—y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se arresta—;

y digo que el que se presta
para peón del veneno
es doble tonto y no quiero
ser bailarín de su fiesta.

Yo digo que no hay talante
más claro que el ir desnudo,
pues cuando se tiene escudo
luego se quieren los guantes.

Y al que diga que me aguante
debajo de una sotana,
le encajo una caravana
de sentimientos gigantes.

Yo digo que no hay más canto
que el que sale de la selva
y que será el que lo entienda
fruto del árbol más alto.

Y digo que cuesta tanto
y que hay que cruzar la tundra,
pero al final la penumbra
se hace arco iris del canto.


¡Qué belleza en decirlo así!:


Yo digo que no hay quien crezca
más allá de lo que vale
—y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se arresta—;
Y echarán venenos para cortar cabezas de los que sobresalen en la oscuridad como estrellas...

¡Ay, que es cierto, lo que dice san Pablo!:


Y si alguien no lo reconoce, tampoco él será reconocido.

Y tú, 
que pretendes cortar cabezas 
armado de tus escaras (escudos) de maldad, 
¡ten cuidado!, 
pues hay profetas
que no usan guantes 
y con luz 
te dejan más que desnudo:
¡Calavera!

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