Deuteronomio 6,
4 Escucha, Israel: Yavé, nuestro Dios, es Yavé-único.
5 Y tú amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. 6 Graba en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy, 7 repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes.
8 Grábalos en tu mano como una señal y póntelos en la frente como tu distintivo; 9 escríbelos en los postes de tu puerta y a la entrada de tus ciudades.
10 Y cuando Yavé te haya llevado a la tierra que juró darte —pues se lo dijo a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob—, con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste,
11 con casas abastecidas de todo lo que tú no llenaste, con pozos que tú no cavaste, viñas y olivares que tú no plantaste; cuando hayas comido y te hayas saciado, 12 no te olvides de Yavé que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.
13 Temerás a Yavé, tu Dios; a él servirás, e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento.
Salmo 18
2 Yo te amo, Señor, mi fuerza, 3 El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da la victoria.
4 Invoco al Señor que es digno de alabanzas, y me veo libre de mis enemigos.
5 Las aguas de la muerte me envolvían, los torrentes devastadores me aterraban; 6 las redes de la muerte me cercaban, ante mí estaban tendidas trampas mortales.
7 En mi angustia yo invoqué al Señor, y clamé a mi Dios. Mi clamor llegó hasta sus oídos y desde su Templo oyó mi voz.
8 Tembló la tierra y se estremeció, se sacudieron las bases de los montes, que temblaban con sólo ver su furor.
9 Subía humo de sus narices y de su boca salía un fuego abrasador que arrojaba carbones encendidos.
10 El inclinó los cielos y descendió, con una densa nube bajo sus pies.
11 Montó en un querubín y emprendió vuelo; planeaba sobre las alas del viento.
12 En torno a él, un manto de tinieblas, un oscuro aguacero era su toldo.
13 Un resplandor lo iba precediendo con granizos y brasas encendidas.
14 Tronó el Señor desde los cielos, el Altísimo hizo oír su voz.
15 Tiró sus flechas y los dispersó, lanzó sus rayos y los derrotó.
16 Entonces apareció el fondo del mar y las bases del mundo se descubrieron, al ver, Señor, tu enojo, al pasar el soplo de tus narices.
17 Desde lo alto su mano me tomó, y me rescató de las aguas profundas.
18 Me libró de enemigos poderosos, de enemigos más fuertes que yo.
19 Me asaltaron el día en que me iba mal, pero el Señor vino en mi ayuda.
20 Me sacó a un espacio abierto, me salvó porque me amaba.
21 El Señor según mis méritos me trata, limpias son mis manos, y él me lo paga.
22 Porque guardé los caminos del Señor y no hice el mal lejos de mi Dios.
23 Me acuerdo siempre de sus decisiones, y nunca descarto sus mandamientos.
24 Ante él soy irreprochable y me cuido de cometer pecado alguno.
25 Por eso me retribuye según mis méritos, según mi pureza que sus ojos ven.
26 Con el que es fiel, tú te muestras fiel; si alguien no falla, tampoco tú le fallas.
27 Con el que es sin doblez tú eres leal, pero pillas al hombre si es tramposo.
28 Tú salvarás a un pueblo humilde y humillarás los ojos altaneros.
29 Tú haces, Señor, que brille mi lámpara, ¡mi Dios ilumina mis tinieblas!
30 Contigo acometo las huestes, con mi Dios escalo la muralla.
32 Pues, ¿quién es Dios fuera del Señor? ¿Quién es
33 Es un Dios que me reviste de fuerza, un Dios que allana mis caminos.
34 Asemeja mis pies a los de la cierva, y me hace estar de pie en las alturas.
35 Adiestra mis manos para el combate, y mis brazos para tensar el arco de bronce.
36 Tú me das tu escudo de salvación; tu mano me sostiene, tus favores me agrandan.
37 Puedo alargar el paso, y mis tobillos no van a flaquear.
38 Persigo a mis enemigos y los alcanzo, no volveré hasta que estén exterminados.
39 Doy un golpe, y no pueden rehacerse, caen y quedan tendidos a mis pies.
40 Me revistes de fuerza en el combate, y doblegas ante mí a mis agresores.
41 Haces que mis enemigos den la espalda, y a cuantos me odiaban aniquilo.
42 Aunque griten, nadie los salvará, claman al Señor, pero no les responde.
43 Los trituro como polvo que se lleva el viento, los pisoteo como el barro del camino.
44 Me libras de las querellas de mi pueblo, y me pones al frente de las naciones. Un pueblo que no conocía me sirve.
45 Los hijos de extranjeros me adulan, apenas oyen mi voz, me obedecen.
46 Los extranjeros pierden el ánimo, y salen temblando de sus fortalezas.
47 ¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca! ¡Ensalzado sea el Dios que me salva!
48 Oh Dios que me concedes el desquite y colocas los pueblos a mis pies, 49 que me libras de mis enemigos y me encumbras por encima de mis agresores, tú me salvas de la gente violenta.
50 Por eso te ensalzaré, Señor, y en medio de los pueblos cantaré tu Nombre, 51 tú que a tu rey das victoria tras victoria, y sigues con tus favores a tu ungido, a David y a su descendencia para siempre.
Mateo 17
14 Cuando volvieron donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús y se arrodilló ante él. Le dijo: 15 ‘Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y su estado es lastimoso. A menudo se nos cae al fuego, y otras veces al agua. 16 Lo he llevado a tus discípulos, pero no han podido curarlo.’
17 Jesús respondió: ‘¡Qué generación tan incrédula y malvada! ¿Hasta cuándo estaré entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo acá.’ 18 En seguida Jesús dio una orden al demonio, que salió, y desde ese momento el niño quedó sano.
19 Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron en privado: ‘¿Por qué nosotros no pudimos echar a ese demonio?’
¡Vaya que Jesús se enoja!, y le daríamos la razón, como dijera al principio, estos discípulos venían de ver prodigios asombrosos, jamás vistos, y se sienten incapaces o inaptos de realizar una sanación 'cotidiana': un epiléptico o un poseso 'común'. Y, para reforzar el 'hecho de vida' de actualidad, les contaré, (porque no he podido encontrar en el periódico digital la información que vi por televisión): resulta que hace unas semanas un hombre asesinó a su familia, creo que esposa, hija y ...? (disculpen mi falta de precisión); e investigaciones posteriores han dado en que el hombre era enfermo mental, con tratamiento ambulatorio (en su casa y asistencia médico psiquiátrica y medicamentosa por el organismo respectivo); el informe noticioso agregaba que el asesino, había empeorado su cuadro médico al consumir alcohol combinado con sus medicamentos... Agrego mi propio análisis al asunto: resulta que desde hace 3 meses, la institución que provee los medicamentos psiquiátricos no los provee, aduciendo falta de stock por falta de recursos económicos...??!! Entonces hay que recurrir a las farmacias privadas, y pagar un alto costo, y a como está la situación económica general, eso se hace realmente 'prohibitivo' para los que ya están enfermos y tienen dificultades para mejorar su economía doméstica... Entonces, cualquier médico psiquiatra dirá lo mismo que Jesús: "... ¡Qué generación tan incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré entre ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?..." Es evidente que un enfermo mental, al que se le suspende la medicación, llegará a empeorar tanto que no habrá quizá ya remedio... Este enfermo, quizá era casi un milagro que siguiera viviendo con más o menos salud, gracias a la medicación; y es cierto que no era propiamente un milagro, considerado desde el punto de vista de la fe dogmática. Pero si creemos que todos los 'buenos adelantos científicos' son obra del Plan de Dios... Podemos deducir que la terrible tragedia pudo evitarse con un poquito de fe y responsabilidad con ella, fe en la Ciencia... y quizá en Dios. El pasaje del Deuteronomio, que habla del Amor a Dios y a interiorizar sus Mandamientos, pues es lo mismo... ¿no les parece? Los 'mandamientos' para el tratamiento de enfermos mentales, son claros, y están bien especificados, sólo hay que interiorizarlos y ponerlos en práctica regularmente; al igual que los Mandamientos mosaicos... Esa es la PERVERSIDAD DE NO CREER No creer en los prodigios medico-científicos, y al no darle fe, no los ponemos en práctica, y ya no hay remedios posibles... Lo mismo nos pasa respecto a la fe espiritual, la fe en Dios, en Cristo... ni aún habiendo presenciado prodigios asombrosos, muchos, y especialmente muchos discípulos de hoy en día, no tienen la fe del tamaño de un grano de mostaza, suficiente para sanar las dolencias o maldades o perversidades más primarias, como el simple incumplimiento de los Diez Mandamientos mosaicos. Es perverso, siniestro, malvado no creer, no tener fe en que un estilo de vida y comportamiento acorde con los Diez Mandamientos (nada más) harían de nuestra vida y la de toda la humanidad un Ser Mejor, un Reino en construcción... No lo creyeron los judíos de entonces, y ¿tampoco lo creemos los discípulos cristianos de hoy? Un sábado más en que Jesús nos increpa nuestra falta de fe... Amen
No hay comentarios:
Publicar un comentario
puede opinar libremente, pero le agradecería evitar agravios de cualquier tipo, sobre todo, porque le perjudican a usted mismo en su calidad de persona...